53 Asamblea General de la OEA, Washington, D.C.


Diálogo de los Jefes de Delegación, el Secretario General, el Secretario General Adjunto

y los Representantes de la Sociedad Civil, los Trabajadores, el Sector Privado y otros Actores Sociales

Coalición Diálogos Incluyentes

Palabras de Enrique de Obarrio,

presidente coordinador de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Democracia (RedLad)

21 de junio de 2023

Buen día colegas de la sociedad civil, respetados/as representantes de los gobiernos del continente, Secretario General Almagro y demás representantes de la OEA.

Un saludo desde la Coalición Diálogos Incluyentes.

Una nueva Asamblea nos trae de nuevo a la casa de la OEA, para hablar sobre el fortalecimiento de una cultura de responsabilidad democrática, con promoción, protección e igualdad de los derechos humanos en las américas.

Para fortalecer la cultura democrática, uno de los vehículos más importantes es el sistema educativo, comenzando a partir de la adecuación del personal docente.  El riesgo de no emprender este fortalecimiento es que nuestros regímenes democráticos terminen por ceder a la autocracia, en virtud de la indiferencia y la apatía ciudadana.

La responsabilidad democrática pasa por el respeto al Estado de Derecho y el equilibrio de poderes, garantizando el debido juego de pesos y contrapesos.

Pero la Democracia también pasa por el ejercicio de nuestros derechos y obligaciones cívicas, como ciudadanía; involucrándonos y actuando con responsabilidad y sentido de patria.

Las necesarias decisiones para mejorar la seguridad y contener las crisis deben siempre respetar a los derechos Humanos.

La responsabilidad democrática pasa por la lucha contra la cooptación de estados por parte de intereses non-sactos.  En este sentido, la corrupción sigue siendo uno de los principales problemas que erosiona a nuestras democracias desde adentro.  Pero es una lucha que debe siempre ser integral, pues el flagelo de la corrupción no es exclusivo del sector político – gubernamental.

La responsabilidad democrática requiere tanto la defensa de los derechos humanos, como la protección del espacio cívico, la profundización de la participación ciudadana y la reducción de las inequidades.

Es urgente establecer medidas claras de protección de personas defensoras de derechos humanos y garantizar la libertad de prensa.

La defensa de los derechos humanos sigue siendo indispensable, porque sin derechos no hay democracia.  En ese sentido, la prioridad debe estar en las personas y grupos con mayor vulnerabilidad, incluyendo niños, niñas y adolescentes, personas de la tercera edad, personas con orientación sexual e identidad de género diversas, personas afro descendentes e indígenas, personas con discapacidad.

No hay democracia si la sociedad civil no tiene las garantías mínimas para asegurar su labor.

Los mecanismos que la OEA tiene para alertar y defender la democracia se han quedado cortos.  Es por eso que celebramos la idea de avanzar en la creación de un mecanismo para fortalecer el régimen democrático interamericano que tenga acciones concretas de alerta, revisión de pares, planes de acción de mejora co-construidos con sociedad civil, el sector privado y la academia, y sanciones cuando la estabilidad democrática se vea afectada de forma grave.

La democracia necesita acercarse al corazón de la gente de a pie como solución práctica. La puesta en marcha efectiva de figuras como el plebiscito, el referéndum, la revocación de mandato, las consultas popular y ciudadana, así como el parlamento abierto, conllevan un doble beneficio dado que, además de colectivizar las decisiones y atender los reclamos sociales de una forma más efectiva, permiten corresponsabilizar a la comunidad y fungir como una especie de válvula de escape, lo que genera que los gobiernos no asuman de forma unilateral el desgaste de los resultados.

La forma más efectiva para lograr todo lo anterior, es mediante el diálogo constructivo y sin descalificaciones, con el sector gubernamental / político, sociedad civil, sector privado, trabajadores, academia, al mismo nivel, construyendo consensos en función de una visión compartida, y un mecanismo correcto de seguimiento y medición, con miras a resolver, juntos, los problemas más apremiantes.