Nuestra región no está pasando por su mejor momento en materia democrática; son muchos los países que actualmente vive crisis de todo tipo y que afectan en diferentes niveles los derechos humanos y el Estado de Derecho.
Es claro que en unos la situación es mucho más grave que en otros. Lo que pasa en Venezuela y Nicaragua tiene tintes profundos de represión autoritaria por parte de gobiernos intransigentes que se han pasado por la faja todos los principios democráticos. Sin embargo, en otros países como Colombia o México la situación, sin llegar a los extremos de los dos primeros, también es altamente preocupante. También nos debe llamar mucho la atención lo que sucede en Haití, Ecuador, Bolivia, Argentina y Brasil, puesto que si bien existe equilibrio institucional y social, con excepción del país caribeño, existen hechos que como defensores y promotores de los principios fundamentales de la democracia nos exigen también enfocarnos en ellos.. Sobre todo, si nos consideramos una sociedad civil vigilante del Estado y sus actuaciones y defensora de los derechos humanos de cualquier persona.
Venezuela y Nicaragua son hoy por hoy el ejemplo de cómo modelos políticos que un inicio se vendieron como alternativos terminaron replicando las prácticas que se dijeron combatir. Maduro y Ortega representan gobiernos profundamente corruptos, violadores de los derechos humanos y de los principios fundamentales de la democracia. Las críticas a su accionar no son “golpes blandos” o “ataques del imperialismo” o de la derecha reaccionaria, como muchos quieren hacer creer. Esto no se trata de izquierdas o derechas, sino de libertades y respeto por las mismas.
El viacrucis que venezolanos y nicaragüenses viven hay que verlo en todas las dimensiones posibles: políticas, sociales, culturales y económicas. Incluso, darnos cuenta de que las muchas de las personas que están sufriendo la represión de sus gobiernos también son defensoras de modelos políticos alternativos, que están en contra de las viejas prácticas y que reivindican un cambio de paradigma en América Latina y sus países para superar los problemas estructurales que vivimos.
Como sociedad civil no podemos dejar denunciar ningún tipo de atropellos. REDLAD y sus miembros se han caracterizado por defender los derechos humanos de cualquier persona, en cualquier país y de cualquier ideología o color político. Tenemos la convicción de que sólo desde la pluralidad es posible construir democracia e inclusión, así como sociedades más justas para todas las personas.
La historia nos ha demostrado hasta la saciedad de que la violencia y la represión pueden venir de cualquier espectro político. Asimismo, también reconocemos que existen grupos poblacionales que han sido históricamente discriminados y excluidos que demandan restitución de derechos y defensa de los mismo. Cuando hablamos de violencia y represión no sólo nos referimos a la que viene con un policía o un militar en un tanque de guerra, sino también a otro tipo de herramientas que desde el poder del Estado el político de turno puede utilizar en favor de él y su grupo de interés en detrimento de otras sectores sociales.
Como REDLAD siempre estaremos del lado de la ciudadanía y sus demandas, más allá de izquierdas y derechas; siempre privilegiando la pluralidad de visiones y formas de hacer política.
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