El pasado 17 de diciembre se realizó una reunión del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos de la OEA, en la cual se debatieron los pasos a seguir para avanzar en uno de los mandatos de la Resolución de Libertad de religión y creencia adoptada en la Asamblea General de la OEA del 2019, celebrada en Medellín en el mes de junio.
Gina Romero, Directora de Redlad, fue invitada a hacer una presentación que es copiada a continuación.
Buen día, Honorables representantes de Estados Latinoamericanos y caribeños, rep de la OEA, del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, colegas de sociedad civil, amigas, amigos.
Reitero los agradecimientos a la Comisión y a los Estados miembro por abrir este espacio de diálogo e incluir en él a representantes de la Sociedad Civil y actores sociales en la región, que, por supuesto, incluye también a actores religiosos muy diversos, así como representantes de múltiples creencias no necesariamente religiosas, incluyendo las espiritualidades ancestrales de nuestro pueblos indígenas y afrodescendientes.
Como plataforma que articula a más de 500 organizaciones de la región, entre miembros y aliados, la Red Latinoamericana y del Caribe por la Democracia REDLAD basa su acción en la construcción de espacios de diálogo plural en la región, para los muy diversos temas que son de prioridad para la sociedad civil, actores y movimientos sociales. El diálogo ha sido nuestra génesis, y el centro de nuestra acción. Por lo cual, es un honor estar en este espacio para compartir algunos aprendizajes sobre el diálogo plural que hemos sostenido en el tema que nos convoca el día de hoy.
Para una organización que no había trabajado nunca de forma directa con actores religiosos o con organizaciones de base en fé, es un hito, y casi una locura si se piensa bien, el haber realizado en tres años 20 instancias de diálogo sobre libertad religiosa, estado laico y en general sobre el papel de lo religioso en lo público. Estos encuentros se han realizado en 10 países de la región y han convocado a más de 800 personas. Los diálogos, que han sido realizados en alianza con GEMRIP, han incluido a actores muy diversos del mundo religioso y de sociedad civil, incluyendo a los colegas de ADF Internacional, que comparten mesa hoy con nosotros.
Estos años nos han dejado unas importantes lecciones aprendidas que quisiera compartir de forma suscinta con ustedes el día de hoy, y que por supuesto estoy dispuesta a profundizar en cualquier momento:
- Se requiere profundizar la comprensión del papel de lo religioso en lo público, en general, y de las libertades y derechos que se relacionan con él. El mismo concepto de libertad religiosa sigue estando en disputa, incluyendo la identificación de qué puede ser una violación a está misma libertad. Hablaba informalmente hace poco con alguien de la oficina de asuntos religiosos del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre lo difícil que es encontrar un sólo Estado latinoamericano que fuera un cumplidor extricto de una, a su vez, extricta definición de libertad religiosa. Y sin embargo, América Latina, como región, no sufre las tremendas violaciones masivas a la libertad religiosa que viven otras regiones del mundo. Por otro lado, parecieran poco serias las acusaciones de varios actores religiosos de la región que indican que su libertad religiosa se ve afectada por ‘burlas de sectores no creyentes’, por un graffitti puesto en la puerta de un templo, por un performance artístico feminista en la calle. Pero, quizás estos podrían ser casos reales de afrenta a la libertad religiosa. ¡No lo sabemos! No lo sabemos porque hay pocos estándares. Y la primera recomendación, entonces, es que construyamos colectivamente aprendizajes locales de la problemática y sus dinámicas. Y reitero que deben ser latinoamericanos y caribeños, colectivos, porque nuestra región en esto es bien distina a otras regiones. Recojamos entonces los aprendizajes que ya existen en la región, pongámolos en diálogo entre ellos y los diferentes actores, y creemos un aprendizaje nuevo, con una comprensión compleja del tema.
- Se requiere entender que hablar de libertad religiosa incluye también hablar de libertad de creencia, y de no creencia. Esto es clave en el entendido que desafortunadamente se le da prioridad al componente de religiosidad en una concepción quizás restringida de la libertad. Esto presenta dos problemas que parecen graves: no sólo excluye a quienes profesan espiritualidades diversas, no religiosas, incluyendo las espiritualidades tradicionales indígenas, afrodescendientes, ancestrales; sino que también discrimina a quienes no profesan ninguna fe particular. Yendo un poco más lejos, se requiere en todo el camino una mirada con perspectiva de DDHH, tal como ha indicado la representante de la CIDH, por supuesto la misma CIDH tiene mucho que aportar en la materia.
- Se requiere que, como se ha sido mencionado anteriormente, el diálogo sea realmente plural. En este sentido, la Coalición religión, creencias y espiritualidades en diálogo con la sociedad civil puede ser considerada una buena práctica, porque enmarca una importante diversidad de actores, incluyendo organizaciones con base en fe y personas no creyentes, que inclusive como órgano colectivo entra en diálogo y acción colectiva con actores indígenas y afrodescendientes. Está Coalición y su capacidad de diálogo e interacción, ha logrado inclusive que sectores tradicionalmente opuestos a incluir interacciones religiosas en lo público, en la militancia, como el sector feminista, participen en la construcción colectiva de visiones compartidas y acciones colectivas.
Me detengo en este punto que, desde mi mirada y partiendo de la experiencia y el rol que Redlad juega en la región, es clave. Porque la participación de la sociedad civil y actores sociales es clave. Y es clave en reconocimiento de su diversidad. En diálogo con diferentes actores sociales de la región sobre el papel que deberíamos jugar en este proceso, llegamos a un acuerdo común que fue plasmado en una carta que alcanzaron a firmar 13 coaliciones de sociedad civil (que recuerdo es el esquema de participación institucionalizado en la OEA) que representan a aproximadamente de 330 organizaciones y actores de la región. Los puntos centrales de las recomendaciones son:
- el diálogo no puede centrarse únicamente en actores religiosos u organizaciones de base en fé. Así como ocurre en los demás temas de la agenda regional, donde voces religiosas tienen el derecho de aportar en debates sobre temas que conciernen a toda la sociedad, la SC en pleno tiene la capacidad, y por lo tanto el derecho, para proporcionar sus insumos en esta materia.
- El diálogo no puede centrarse o dar protagonismo únicamente a los representantes institucionales del mundo religioso, ni a sus expresiones mayoritarias. Las minorías religiosas, expresiones diversas dentro de cada religión y sectores de espiritualidad ancestral también deben estar presentes.
- Es imprescindible inscribir el debate en el marco de las coaliciones de sociedad civil en la OEA, espacio que incluye una gran diversidad de agendas y perspectivas religiosa. Teniendo en cuenta el poco tiempo que tenemos para que se cumpla la resolución, en lo que respecta a sociedad civil existen ya dentro del sistema de coaliciones un conjunto de voces y posicionamientos lo suficientemente establecidas para avanzar.
Cierro diciendo que el alcance de la resolución en particular y del tema de libertad religiosa en general, es un elemento vinculado no sólo con las comunidades religiosas específicamente sino a todos los agentes sociales y al propio desarrollo de un ambiente democrático. Este es un tema que debe ser abierto y concerniente a todos los agentes de la sociedad civil.