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Esta semana se cumplieron 10 años del terremoto que sumió a Haití en unas de las crisis humanitarias más profundas de su historia reciente que dejó a más de un millón y medio de personas sin techo y a más de 300.000 bajo los escombros.
Para el 2010 Haití ya era el país más pobre de la región, pero con el terremoto ya no había adjetivos suficientes para describir la situación de extrema pobreza y necesidad en la que quedaron la mayoría, sino no toda, la población del país caribeño.
El terremoto no sólo profundizó la crisis social y económica, que ya venía de años de malos gobiernos, sino también la política. Ha sido una década convulsionada para la ciudadanía haitiana que durante el último año ha decidido tomarse las calles de su capital y de algunas otras poblaciones para manifestarse en contra de un gobierno que no ha sabido leer sus necesidades y, que como sus predecesores, está envuelto en denuncias de corrupción y malos manejos.
El último capítulo de esta tragedia que vive Haití se ha escrito esta semana por cuenta del presidente Moise y de su bancada oficialista en el parlamento.
Las elecciones legislativas debían llevarse a cabo el pasado noviembre, pero debido a una falta de acuerdo entre los parlamentarios (de mayoría oficialista) y falta de voluntad del gobierno de Moise no se convocaron comicios para renovar las bancas de los diputados actuales, cuyos períodos terminaron este lunes 13 de enero. Por lo tanto, esa situación (provocada por el mismo gobierno) habilita al presidente Moise a gobernar por decreto. El mismo mandatario ha dicho que no tiene intenciones de convocar elecciones.
Desde la Red Latinoamericana y del Caribe para la Democracia (REDLAD) vemos con profunda preocupación la situación anteriormente descrita. El Estado de Derecho y sus instituciones en Haití son profundamente débiles y hay una alta concentración del poder en manos del ejecutivo. La falta de elecciones la agrava aún más porque relega a la oposición y a las voces críticas de los espacios públicos de toma de decisión. De facto, Haití es nuevamente en peligro de caer en manos de una dictadura.
Por lo anterior, como sociedad civil:
- Exigimos al actual presidente de Haití, Jovenel Moise, convocar inmediatamente elecciones legislativas y dar todas las garantías a los partidos políticos de presentar sus candidatos y candidatas.
- Exhortamos a la comunidad internacional, es especial al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y a la Organizaciones de Estados Americanos (OEA), a vigilar lo que pasa en Haití, puesto que es posible que se violen los principios de la Carta Interamericana y demás acuerdos y normas del concierto hemisférico.
Recuperar la democracia en Haití debe ser una tarea en la que todos y todas en las Américas nos comprometamos.