¿Cuánto afecta el fenómeno de la corrupción por patrones de género?

Foto tomada de: www.elconfidencial.com

Por: Patricia Gálvez* y María Eugenia Rojas**

De acuerdo con el Barómetro Global de la Corrupción de Transparencia Internacional (TI), las mujeres de todo el mundo perciben consistentemente mayores niveles de corrupción en las instituciones públicas que los hombres. En particular, esto sucede con los servicios públicos con los cuales tienen mayor contacto las mujeres en general: las instituciones educativas, de salud y, también con el gobierno local.

La corrupción retrasa los esfuerzos de los países y de la ciudadanía para lograr mayores cotas de desarrollo humano y reducir las desigualdades, entre ellas las de género. En un estudio global realizado en 2012, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) encontró que la corrupción tiene un impacto negativo en el empoderamiento y la participación de las mujeres. En su rol tradicional de cuidadoras del hogar, las mujeres experimentan la corrupción en su vida diaria cuando inscriben a sus hijos en las escuelas, cuando participan en programas de subsidios, cuando denuncian abusos, cuando participan en procesos electorales y a su vez en su rol de gestoras públicas. El análisis de la conexión entre género y corrupción es todavía bastante incipiente en la región.

PNUD, el 2014, señala la “corrupción como el abuso de un poder acordado o encomendado para beneficio privado”, asimismo define los hechos ilícitos o delitos que tipifican conductas corruptas, se basan en la categorización adoptada en las convenciones y tratados internacionales específicos.

El abordaje encontrado sobre el tema se refiere a algunos mitos en los estudios existentes para cuestionar con evidencias algunas aseveraciones que se han instalado en el imaginario colectivo, “las mujeres por naturaleza son menos corruptibles que los hombres y, por lo tanto, cuando hay más mujeres en los puestos de toma de decisión baja la corrupción”. Ese tipo de enfoques “esencialistas” se ven reflejados en algunas respuestas políticas de anticorrupción en algunos países de la región con estrategias de incremento de mujeres en las instituciones como la policía (brigadas de mujeres). Aunque beneficioso en el corto plazo, en términos de democracia paritaria, a la larga puede tener efectos contraproducentes si se pone las expectativas de frenar la corrupción con las mujeres (y en “su naturaleza incorruptible”) sin poner el foco en los factores que actúan como promotores y desencadenantes de la corrupción (PNUD, 2014).

La relación entre corrupción y género plantea que la primera junto a la transparencia estarían influenciadas o determinadas por el género. Entre uno de los problemas frecuentes en la escasa literatura sobre género y corrupción es la identificación de cualquier tipo de ilícito—particularmente aquellos delitos que afectan a las mujeres— como si fueran casos de corrupción7.

El enfoque más reconocido en los estudios sobre género y corrupción está relacionado a las condiciones y características psicológicas o incluso morales que diferenciarían a hombres y mujeres, sugiriendo que “las mujeres son más honestas y menos tolerantes a la corrupción” y que la mayor presencia de mujeres en el gobierno y en la actividad económica coincidiría con menores grados de corrupción. Esta interpretación esencialista se basó en el cruce de información sobre la percepción de corrupción en los países de la región y las estadísticas sobre participación de las mujeres especialmente en el parlamento y en el gabinete.

Aunque puede ser válida la correlación: mayor presencia de mujeres en la política-menor corrupción, el análisis de los datos existentes en la actualidad para América Latina no avalaría una relación causal.

La respuesta frente a una encuesta sobre percepción de corrupción puede diferir sustancialmente de la actitud concreta de una persona frente a la experiencia de corrupción, mostrando que el sexo de una persona no determina su grado de integridad y tolerancia a la corrupción. Sin embargo, como sostienen algunos informes “la actitud frente a la oportunidad de la corrupción de las personas es lo que determina y no si son hombres o mujeres”, entonces las medidas anticorrupción deben ir más allá de solo el incremento de funcionarias públicas y tomadoras de decisiones mujeres.

La corrupción propicia ambientes de incertidumbre y poca confianza en las instituciones, en el sector público y, en general, en toda una sociedad.   Al hablar sobre la influencia del género en el hecho de ser corrupto o no, como indicado anteriormente, no existe una ley universal que diga que los hombres o las mujeres son más corruptos respecto del otro, lo que si se afirma es que existen diversos factores que influyen en el nivel de corrupción, como la desigualdad, la indiferencia, la cultura, el papel que desempeña el individuo en la sociedad, el género y su exposición a ambientes corruptos. Según Cameron, Chaudhuri, Erkal, Alatas & Gangadharan (2009), sus estudios muestran que las diferencias de género y las acciones que cada quien realiza van de la mano con el país, por tanto, también con la cultura con la que se involucra y se desarrollan hombres y mujeres.

En países donde la norma social es el “buen gobierno”, la representación política de las mujeres favorece que éstas apoyen medidas legislativas que vayan de acuerdo con esa norma social de esta manera, la participación política de las mujeres apoya a luchar contra la corrupción, a la vez que, también podría asegurar la garantía del cumplimiento de derechos mediante la definición, revisión y/o promulgación de políticas públicas para enfrentar las desigualdades y la pobreza de las mujeres.

*Patricia es una defensora de los derechos de las mujeres en su país, directora del Centro Ecuatoriano de Desarrollo y Estudios Alternativos (CEDEAL), organización miembro de REDLAD y de su Consejo Coordinador.  
**María Eugenia es una defensora boliviana de los derechos políticos de las mujeres, tiene un grado en economía con especialización a nivel de maestría en finanzas de la Universidad Católica Boliviana. Ha realizado diversos cursos y diplomados, tanto nacionales como internacionales, en las áreas de gestión del servicio público, promoción del desarrollo de la comunidad, participación, administración y planificación de proyectos municipales y género.