Por: Aixa Armas
Miembro del Consejo Coordinador de REDLAD
8 de marzo de 2018
Las venezolanas recibimos este día con la frustración de unas promesas revolucionarias por lograr la igualdad y el reconocimiento requerido para la mujer, que después de 20 años se han convertido en sólo meras designaciones burocráticas, que no representan ni expresan el sentimiento y la necesidad de millones de nosotras en esta impostergable materia de los derechos femeninos.
Un 8 de Marzo de 1882, hace 126 años un grupo de trabajadoras textiles realizaban una huelga para reclamar respeto y consideración a su condición humana, y unos molestos patronos, como castigo, las encerraron en el local donde se encontraban. Allí, en medio de su desesperado encierro, se originó un incendio. Murieron carbonizadas y asfixiadas estas luchadoras de los derechos civiles, sociales y políticos femeninos.
Ciento treinta y cinco años después, las venezolanas nos identificamos fidedignamente con aquella tragedia de las obreras de la textilera en aquel aciago día, cuando nos vemos encerradas en un desabastecimiento, no sólo alimentario y de bienes básicos, sino sobre todo un desabastecimiento de opciones para el desarrollo y el progreso que necesitan el 80% de madres solas; hogares monoparentales que componen la realidad social de esta Venezuela revolucionaria que no tiene leche para alimentar a sus hijos.
Reclamar nuestro derecho a una mejor calidad de vida, que se traduce en alimentos, vivienda, seguridad, salud y educación, es el eco de aquella protesta de las textileras de la Cotton en New York.
La respuesta de nuestro gobierno es embarcarnos en una cruzada de guerra, pendiente de los problemas de otros países, relegando las necesidades de la ciudadanía venezolana, apoyando a narcoterroristas que se han robado todo nuestro dinero y volviéndose iracundo por nuestras peticiones de mejores condiciones de vida; y como los patrones molestos de 1882 nos cierra todas las puertas, las salidas de escape a esta crisis política, económica y social, van cerrando cualquier amparo que buscamos. Sintiéndose dueño absoluto de Venezuela alardea del poder con el que abusa.
El corto circuito que ha incendiado de indignación a Venezuela por los cuatro costados, es una llamada revolución que nos conduce inexorablemente a una muerte por asfixia, una asfixia económica, política y social, que ahoga toda oportunidad de crecimiento, de desarrollo, de vivir en paz. Carbonizando nuestras esperanzas y sueños en un fuego restrictivo que trae muerte, desolación y empobrecimiento.
Cuando una mujer entra a la política cambia la mujer, pero cuando muchas mujeres entran a la política cambia la política, dice Michelle Bachelet. Por ello seguiremos en la búsqueda de la entrada masiva de las mujeres a los espacios políticos. Mujeres contestarias, mujeres libertarias, heroínas tomando decisiones con una mentalidad de modernidad, con ganas de generar riqueza, oyente del pueblo que clama, para transformar cualquier rendija en puertas y ventanas para evitar que nos asfixie el fuego revolucionario que nos mantiene atrapadas en un cuarto sin alternativas. Buscar salidas para que desde lo femenino logremos el cambio y la transformación que exige el siglo XXI y sus nuevas metas del desarrollo sustentable.
Sea pues este Día de la Mujer, para ese conglomerado de voluntades femeninas, que plena la patria, un tiempo de reflexión y análisis sobre los tres puntos donde necesitamos profundizar: unidad, organización y estrategia.