Como miembro de la coalición no. 1, por la Buena Gobernanza y la Sociedad Civil Fortalecida, REDLAD se preocupó por evidencia cómo la corrupción es una de las grandes causantes de la sistemática violación de los derechos humanos en el continente. “La impunidad hace crecer la corrupción y genera falta de credibilidad en el sistema democrático; la corrupción claramente socava los derechos humanos esenciales; hay una relación directa entre pobreza y corrupción; hay una relación directa entre falta de institucionalidad y corrupción; la corrupción ataca la soberanía popular y obstaculiza la libre determinación de los pueblos”, sentencia un apartado de la posición leída en la OEA.
No obstante, la coalición no sólo llevó observaciones y críticas al seno de la Cumbre de las Américas. Somos conscientes de que para avanzar es necesario el trabajo colectivo y establecer canales de comunicación y confianza con las personas que hacen parte de los espacios de toma de decisión pública, y es por eso que nuestras recomendaciones están no sólo en sintonía con el sentir de la sociedad civil sino con el andamiaje jurídico y política de sistema y derecho internacional, así como del mismo Sistema Interamericano.
Nuestras principales recomendaciones fueron:
- Fortalecer la verdadera independencia de poderes y con especial énfasis en el sistema de administración de Justicia.
- Hacer un inventario del ordenamiento jurídico para eliminar los espacios de discrecionalidad que facilitan los actos de corrupción, y aumentar la transparencia allí donde hay demasiada opacidad.
- Establecer las limitaciones de rigor y transparentar el sistema de financiamiento de candidatos y campañas políticas.
- Construir, desarrollar y garantizar, por parte del Estado, los espacios habilitantes para trabajar en conjunto con la sociedad, en forma mancomunada con todas las fuerzas vivas, con miras a fortalecer la transparencia, las instituciones y la democracia; espacios que generen la participación, la libertad de información, expresión, de reunión, de protesta pacífica, entre otros.
- Reconocer que la corrupción no es algo exclusivo del sector público / político; el flagelo permea en todos lados, y de allí que la lucha para su erradicación o neutralización se debe dar entre todos los sectores de la vida nacional; también recurriendo al diálogo y la concertación, mejores instrumentos que ofrece la democracia para resolver los principales apremios.
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